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jueves, 4 de abril de 2013

La Falsa Apariencia Inmaculada ante el Reciclaje del Papel


Muchos consejos y talleres pragmáticos existen en torno al reciclaje del papel. Por todas partes se pregona el reciclaje de casi cualquier subproducto. Se pugna porque sean los niños y los jóvenes quienes lideren esta iniciativa global.

Se enseña que al reciclar el papel, incluyendo el cartón, se disminuirá la tala de los bosques naturales, pero esto es totalmente falso, puesto que para producir papel, generalmente no se utiliza madera proveniente de bosques naturales, sino de plantaciones comerciales forestales establecidas con dichos fines y bajo un proyecto productivo bien planeado.

Muy poca, si acaso alguna cantidad moderada de madera procedente de los bosques naturales, se emplea para fabricar papel.




Estudios internacionales indican que de todos los productos el de mayor consumo, en la historia de la civilización, ha sido y continuará siendo la madera, cuya producción es la menos costosa desde el punto de vista ambiental. Permítame decirle que “el árbol (la madera), nos ha acompañado desde la cuna (generalmente hecha de madera), hasta la mortaja (también de madera)”.


Un subproducto de gran importancia en nuestra vida cotidiana es la celulosa, una fibra vegetal extraída principalmente de la madera de los árboles. Con la celulosa se fabrica una variedad de papel y con diversos fines. Así tenemos hojas blancas, libretas y cuadernos para los estudiantes, libros de texto, revistas y periódicos informativos, papel higiénico o sanitario, servilletas, bolsas, cajas de cartón, tejidos de fibras naturales, etcétera. En este contexto, los árboles aportan más del 90% de la producción de celulosa a nivel mundial; el restante 10% es aportado por otras plantas, tales como pastos, bambúes, bagazos, algodones, linos, cáñamos y otros.

En el mundo se consumen 176 millones de toneladas de celulosa, concentrándose el 80% del consumo en 11 países. Estados Unidos es el principal país consumidor con un 29.6% del total, seguido por China con 8.9% y Japón con 7.2%. Cualitativamente, este recurso (la celulosa de madera), se sitúa entre los productos esenciales porque está presente en las actividades cruciales contemporáneas como la educación, las comunicaciones y la producción agroindustrial, entre otras. Pareciera paradójico que en una era tecnotrónica el papel de celulosa siga siendo el soporte de todas nuestras anotaciones.

Según Molina y Monreal (2006), en México se consume anualmente un promedio de un millón 200 toneladas de fibra virgen (no se incluye reciclado). Tan sólo la industria editorial utiliza un promedio anual de 100 mil 350 toneladas de papel. Por ejemplo, para producir los 150 millones de libros de texto gratuito del nivel de educación básico del ciclo escolar 2006, la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (CONALITEG) utilizó 70 mil toneladas de papel reciclado. En cuanto a la materia prima que se necesita para producir la celulosa –procedente de la madera–, se ocupan entre 5 y 6 metros cúbicos de madera para obtener una tonelada de celulosa.

Otro ejemplo interesante es que 7,000 periódicos, de esos que se leen cada mañana, pesan alrededor de una tonelada, lo que equivale a tres metros cúbicos de madera, o lo que es lo mismo, 13 árboles de tamaño medio.

En tales circunstancias, la demanda de árboles en metros cúbicos sería:

De madera de coníferas (árboles maduros) de una edad promedio de 60 años, una tonelada de celulosa equivale en promedio a 14.28 árboles.

De madera de encino (árboles maduros) de una edad promedio de 50 años, una tonelada de celulosa equivale en promedio a 10.20 árboles.
         
Por consiguiente, cuando arrojamos a la basura nuestro papel usado, es decir, cuando extendemos las manos para tirarlo al cesto de la basura, en ocasiones hasta mal usado porque sólo hemos escrito un par de frases, condenamos a muerte a millones de árboles. Obviamente que, como se indica al inicio de este documento, gran parte de la celulosa procede de plantaciones comerciales establecidas. Pero esto de ninguna manera constituye razón suficiente para apaciguar nuestra conciencia, ya que el papel ecológico y los gastos energéticos que esto representa,  debería ser suficiente para forjar la conciencia y generar una mayor cultura sobre el reciclaje.

Por el momento se considera que es más económico reciclar papel usado. Hoy en día el papel reciclado se emplea para la fabricación de todo tipo de papeles: bond, prensa empaque, cajas de cartón, cartoncillo y tissue para papel higiénico. Algunas líneas de producción de papel requieren el uso de fibra virgen, cuando se trata de papeles bond de alta calidad, papel couché para revistas, glassine para alimentos y papeles para sacos, entre otros.

Y aunque ya se disfruta de una trayectoria ascendente, en general el mercado del papel reciclado no acaba de asentarse y desarrollarse en México, y ello es debido fundamentalmente a dos actitudes paralelas pero asociadas:

La falta de hábito recuperador en la sociedad urbana.

Se considera más que engorroso, en una sociedad que vive muy de prisa, tener que rotar las hojas ya usadas para imprimir o escribir en ellas. Resulta más conveniente y hasta simplista agarrar hojas nuevas, sobre todo cuando no hay que comprarlas sino únicamente pedir. Esto se estila con más frecuencia en las dependencias de gobierno e instituciones subsidiadas.

Por otra parte, se conceptúa de impropio y como una falta de respeto, el hacer llegar o entregar un encuadernado ejecutivo empleando papel reciclado.

El culto a la falsa apariencia inmaculada nos domina; es nuestra mejor careta.

Nuestra moderna sociedad cibernética todavía valora más si la ropa es más blanca, en lugar de sí está más limpia, o si el pan es más blanco, en lugar de ser más integral y de gran aporte alimenticio, o si el papel es más blanco, en lugar en lugar de ser reciclado. Eche un vistazo al interior de cualquier hogar y note que se prefiere el papel más suave y blanco, que no raspe o sea áspero. Y si éste contiene algún aroma, es mucho mejor. Muchos ya hemos olvidado aquel papel de estraza, el típico para el envoltorio del pan y de los chicharrones. Lo hemos reemplazado, inclusive, por las nocivas bolsas de plástico, de las cuales hablaré en otra ocasión.

Todas estas actitudes traen como consecuencia un desgaste excesivo de los recursos naturales y una presión excesiva sobre la naturaleza, que bien valdría la pena redireccionar mediante un cambio de actitud y de cultura personal. Recuerde que lo mucho o poco que hagamos como persona será mejor en comparación con no hacer nada o quedarse pasivos. Esto, sobre todo, sentará las bases para alcanzar el Mundo Ideal añorado por muchos.

Si desea compartir algunas sugerencias o participar en este blog, con algún artículo relacionado a la Salud y el Ambiente, sírvase escribir a joaquínbecerra16@gmail.com

Lecturas sugeridas:

M. Molina y S. Monreal, 2006. Papel de madera. Una reflexión sobre la producción y uso del papel en México. En: www.mexicoforestal.gob.mx
De la Madrid, C.E., Sin/Año. La Situación de la Industria de la Celulosa y el Papel en el Mundo. Financiera Rural. En: www.financierarural.gob.mx

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