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jueves, 26 de septiembre de 2013

Contaminación Atmosférica: Ciudad de los Coches



(PARTE 1)
Aquél que piense que vivimos mejor ahora que antes, porque tenemos un vehículo y gozamos de más bienes y servicios, que piense también en que estamos envenenando más, ahora que antes, el aire que aspiramos 13 veces por minuto. Y… no pretendo decir que debamos retroceder a la edad de piedra, pero sí estar dispuestos a pagar el costo, un costo muy alto
1.   Resumen.

El vertiginoso crecimiento de la ciudad de Xalapa-Enríquez, Veracruz, durante los últimos 20 años, ha traído como consecuencia un importante daño ambiental atmosférico, afectando principalmente la calidad del aire y generando un mayor ruido. Seguramente si Alejandro Humboldt (1804), el naturalista alemán que acuñara el nombre de Ciudad de las Flores”, contemplara nuevamente esta ciudad, la llamaría apropiadamente Ciudad de los Coches. Añádase a esto la gran cantidad de espectaculares y propagandas comerciales que tienen tapizadas casi todas las arterias de la ciudad. Y… ¿qué decir del gran número de casas abandodanas y lotes baldíos, así como del enmarañonado tendido de cables eléctricos y telefónicos que afean “La Atenas Veracruzana”?. El presente documento plantea un análisis conceptual sobre la contaminación atmosférica de la ciudad; se identifican los principales agentes contaminantes y las  acciones desarrolladas por los organismos municipales, estatales y privados; finalmente se hace una  propuesta tendiente a mitigar los problemas centrales sobre contaminación atmosférica que incluye: calidad del aire, ruido y el aspecto escénico o contaminación visual. Así que le invito a incursionar en esta la lectura. ¡No se arrepentirá!

Imagen 1. Panorama parcial sobre la carga vehícular que día con día atraviesa la Ciudad de los Coches. Aquí punto de contacto Banderilla-Xalapa-Enríquez, Ver.
2. Introducción

Seguramente concordará conmigo en que hay tres cosas básicas para la vida, y éstas son aire, agua y los alimentos. Ahora bien, sin comida podríamos vivir hasta un mes, sin agua sólo unos cuantos días, pero sin aire (oxígeno) moriríamos en cuestión de minutos. Y es que el aire es más indispensable para la vida y cualquier actividad muscular que realicemos. Pero un aire envenenado es tan nocivo como la ausencia del mismo, ya que en lugar de llevar oxígeno a nuestras células, la hemoglobina transportaría veneno, provocando intoxicación y muerte.

Permítame recordarle que la atmósfera, el área de donde fluye el oxígeno, comparable a la delgada pielecilla de una manzana, es el principal medio de dispersión de las emisiones y contaminantes provenientes de diversas actividades como la agricultura, la ganadería, el transporte, el confinamiento de residuos sólidos (basura) y todos los procesos industriales, entre otras. Dos principales enemigos se vislumbran en este escenario, un tanto silenciosos y algo invisibles: los gases y el ruido. Estos contaminantes emitidos a la atmósfera ya han tenido graves consecuencias en la salud de los seres vivos, incluyendo plantas y animales, los cuales están en contacto directo con ella (atmósfera) en todo momento de su vida.  Esta situación ya debería incluirse como parte obligada de todas las agendas ambientales, nacionales e internacionales.

Si usted ha viajado al Distrito Federal, es posible que se le hayan irritado los ojos o la garganta, que se le hayan ensordecido o dolido los oídos debido al ruido que emiten tantísimos vehículos en circulación. Seguramente también habrá escuchado a las personas mayores comentar que cuando eran niños se respiraba un aire más limpio y que hasta era posible ver lugares muy alejados, ya que el aire era más transparente. Pero esta realidad nostálgica ha cambiado y hoy la contaminación del aire es un problema en muchas ciudades en acelerado crecimiento y desarrollo, ya que en estos lugares se liberan grandes cantidades de contaminantes a la atmósfera, incluyendo el ruido, procedentes de la creciente carga vehícular sin precedente, así como de las actividades industriales y hogares. Precisamente son estos contaminantes los que nos causan molestias en los ojos, piel, vías respiratorias y oídos.

No obstante, en ciudades menos densas como Xalapa-Enríquez, situada en centro del estado de Veracruz de Ignacio de la Llave, México, sobre una región montañosa forestal, la contaminación del aire es ya un problema generalizado, según los expertos la materia. Cada mañana, miles de habitantes se exponen a un aire cuya calidad es todavía desconocida, pese a que es catalogada, bajo reservas, de “buena” a “regular”.

Añádase a ello la enorme cantidad de ruido procedente del claxon de vehículos, en cuyo caso conductores desesperados anhelan a toda costa llegar a su destino a una hora determinada. Y… ¿qué decir del ruido emitido por los sectores industriales, comerciales y de la construcción, que día a día desempeñan incesantes actividades? ¡Eso es el colmo! - exclamarían algunos -. Por su parte, la gran densidad de espectaculares comerciales, casas abandodanas y lotes baldíos, así como el enmarañonado tendido de cables eléctricos y telefónicos, también afean la ciudad e impactan en la salud de los xalapeños.

Todo esto representa un riesgo para la salud e incrementa las posibilidades de contraer enfermedades cardio-respiratorias y accidentes viales. Por ello, el reto de las autoridades en turno es abatir la contaminación que ya domina a la gran urbe xalapeña de nuestro tiempo.

Pero muchos de los habitantes de las colonias urbanas y periurbanas han sido los primeros en percatarse del problema, en percibir sus efectos adversos sobre su salud y en donde ya se monitorean, por parte de las autoridades ambientales estatales y la Universidad Veracruzana, los niveles de contaminación a los cuales están expuestos. Algunos consideran esta anomalía, ya como un problema ambiental de primer orden.

Bajo este contexto, el uso de cuencas atmosféricas como unidad espacial permite una mejor gestión de la calidad del aire, incluyendo el manejo del ruido o contaminación acústica, así como la contaminación visual.

En diversas partes del mundo, el interés de autoridades y sociedad en mantener niveles de contaminación bajos ha llevado a definir los dominios espaciales de administración de medidas de control de emisiones y de monitoreo utilizando regiones definidas bajo consideraciones físicas. Al igual que se trabaja en hidrología por medio de cuencas, en las cuales el ciclo hidrológico y la administración del agua quedan delimitados por fronteras topográficas, en la gestión de la calidad del aire se comienza a pasar en definir dominios de acción en donde los factores geofísicos como la orografía y la  dinámica  de  la  atmósfera  sean  tomadas  en  cuenta,  más  allá  de  delimitaciones puramente políticas.

En México, el uso cuencas atmosféricas requiere divulgación y concientización entre las autoridades ambientales y la sociedad en general, a fin de que hablemos un mismo lenguaje globalizado.

Es por ello de primordial interés compartir con usted los resultados de este breve ensayo académico, en el que se han investigado los problemas de contaminación atmosférica que ya están teniendo lugar en la ciudad capital de Veracruz. Para tal efecto iniciaremos con la descripción de algunos antecedentes y luego consideraremos el escenario realista actual, así como las iniciativas implementadas a través de los años. Finalizaremos con algunas recomendaciones técnicas muy eficientes para el control y la mitigación.

3. Antecedentes

3.1. Orígenes de la contaminación atmosférica en el mundo.

¿Cuándo se imagina que surgieron los primeros problemas de contaminación del aire? Siendo realistas, desde sus orígenes el ser humano ha emitido contaminantes al aire y lo mismo ha hecho la naturaleza a través de las erupciones volcánicas e incendios naturales. No obstante, esto se incrementó de manera dramática a partir de la Revolución Industrial iniciada en el Reino Unido a finales del siglo XVII. En esa época, el trabajo manual fue reemplazado por numerosas maquinarias, básicamente por la introducción de tecnologías que empleaban el vapor y que hacían posible tener altos niveles de producción. Todos estos avances llegaron a la Europa continental y América del Norte a finales del siglo XIX, y durante el siglo XX, al resto del mundo. Además de los beneficios de la Revolución Industrial también se incrementó el uso de combustibles, tal como el carbón mineral y el petróleo, indispensables para el funcionamiento de la nueva maquinaria, y que al consumirse emitían grandes cantidades de contaminantes a la atmósfera.

Desde entonces el problema de la contaminación del aire se ha convertido en una constante para muchas ciudades industriales de todo el mundo, lo que ha causado problemas de salud a la población.

Los casos más dramáticos y graves son la famosa niebla tóxica londinense de 1952, el deterioro de los bosques europeos por la “lluvia ácida” en los años cincuenta y sesenta del siglo XX, y la grave situación de la calidad del aire en la Ciudad de México, Tokio y Sao Paulo durante las últimas décadas del siglo anterior. Esto ha obligado a tomar conciencia de la importancia de una atmósfera limpia para el bienestar de la población y del medio ambiente
En 1881, Chicago y Cincinnati fueron las dos primeras ciudades estadounidenses en promulgar leyes para garantizar el aire limpio. Otras ciudades estadounidenses siguieron el ejemplo durante principios del siglo XX, cuando se creó un pequeño Departamento de Contaminación del Aire, dependiente del Departamento del Interior. Los Ángeles y Donora (Pensilvania) experimentaron grandes cantidades de smog durante la década del 1940.
En Londres, capital del Reino Unido, del viernes 5 al martes 9 de diciembre de 1952, murieron cerca de 4 mil personas al cubrirse la ciudad con una intensa niebla que se estacionó y atrapó los contaminantes emitidos por las chimeneas y los automóviles de la ciudad. A lo largo de esos días, las concentraciones de partículas suspendidas en la niebla alcanzaron en algunas zonas 40 veces los niveles normales, mientras que el bióxido de azufre (SO2) aumentó su concentración cerca de 7 veces. Este trágico evento motivó que se promulgaran en el Reino Unido las Leyes del Aire Limpio –en 1956 y 1968- que prohibieron a los residentes de las áreas urbanas y a los operadores de fábricas el empleo de combustibles generadores de humos que pudieran poner de nuevo en riesgo la salud de la población ante un nuevo fenómeno climatológico de este tipo.
En los Estados Unidos la contaminación atmosférica comenzó a recibir la atención pública a mediados de la década de 1950 y a principios de los años 1970, fechas que coinciden con la creación y aprobación de la Ley del Aire Limpio, la Ley del Agua Limpia, la Ley de Política Ambiental de los Estados Unidos y la Ley del Ruido.
Por su parte llas primeras referencias al ruido proceden del antiguo Egipto, en el siglo XVII a.C., y describen, aunque no claramente, el tinnitus. Hipócrates, en el siglo V a.C., fue el primero en describir éste como un zumbido ligero y, también, el primero en recomendar que los afectados se mantuvieran lejos de las fuentes de ruido. Pero no fue sino hasta la Revolución Industrial que la comunidad médica en Inglaterra empezó a reconocer que el ruido podía ser un riesgo para la salud. La primera referencia reconocida apareció en la prestigiada revista médica The Lancet entre 1830 y 1831, cuando John Fosbroke afirmó que la sordera de los herreros era consecuencia de su trabajo y que los afectaba de manera gradual, sin que lo notaran.

A la fecha ha habido varias iniciativas sobre la contaminación generada por ruido; están asociadas regularmente a la contaminación del aire. En México se han publicado diversas leyes y normas al respecto, mismas que comentaremos en una siguiente entrada (PARTE 2). Mientras tanto, si usted tiene alguna información complementaria o datos importantes que deban ser incluidos para mejorar este documento, tenga la bondad de escribir a joaquinbecerra16@gmail.com


Lecturas recomendadas que encontrará disponibles en la Web: 

GARIBAY, C., M. G. (Coordinadora), 2009. Aire y salud. Universidad de Guadalajara. Ed. Pandora. Guadalajara, Jalisco, México. 173 pp.; INE-SEMARNAT, 2006. Inventario Nacional de Emisiones de México, 1999. Secretaria del Medio Ambiente y Recursos Naturales. Instituto Nacional de Ecología. México, D.F. 377 pp; INE, 2011. Cuarto almanaque de datos y tendencias de la calidad del aire en 20 ciudades mexicanas (2000-2009). México, D.F., 405 pp.

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