SIGNIFICADO DE VADEMÉCUM






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domingo, 4 de noviembre de 2018

SEMILLAS VIAJERAS




Han llegado tripulando meteoritos, desafiando presión atmosférica, fuerza de gravedad y radiación solar. Son polvo cósmico procedente del corazón de la galaxia, nubes densas de gas y polvo que hay en el medio interestelar, íntimamente relacionado con los orígenes de la vida en la Tierra.

Estando aquí han desarrollado alas que les permiten planear como los más sofisticados aeroplanos que se conozcan. Han aprendido a navegar a propulsión como los barcos y submarinos, a veces en ambientes extremadamente salados. Montan sobre la piel de los animales igualando a jinetes del viejo Oeste. Con mayor frecuencia viajan en tractos digestivos con escaso oxígeno y resistiendo la concentración de jugos gástricos. Sus viajes pueden ser muy cortos, de apenas una decena de pasos, pero otras veces constituyen largas travesías de hasta miles de kilómetros. 

Por estas muchas razones, la semilla es una innovación evolutiva de la naturaleza, el primer representante de la reproducción sexual, cuyos componentes masculinos son los estambres (polen) y femeninos el gineceo (ovario y óvulos). De forma más concreta, las semillas son óvulos maduros de los cuales, al darse las condiciones adecuadas, nacerán nuevas plantas. Para fines prácticos, la semilla es alguien que se va de viaje y lleva su lonche o su torta bajo el brazo. Así podrá recorrer enormes distancias. Las semillas más antiguas que se conocen proceden del Devónico, esto hace unos 350 000 000 de años. El hombre, visto como especie, también es una semilla, preocupado por colonizar y asegurar su permanencia. Hoy busca maneras de conquistar el espacio sideral.

Partiendo de esta premisa, las plantas necesitan dispersar o propagar sus semillas lo más lejos posible para asegurar su descendencia, hasta que alcanzan un lugar con el suficiente espacio, agua, nutrientes y luz que les permita germinar y crecer. Cada especie vegetal ha desarrollado semillas con las mejores características para encontrar el entorno más favorable, así como variadas formas de viajar. A este fenómeno se le conoce como dispersión. La dispersión es llevada a cabo por los animales, y a través del viento y del agua; también cuando los frutos de las plantas explotan por sí solos.

La dispersión de semillas más amigable con los animales es llamada zoocoria. Para lograrlo algunas plantas producen frutos llamativos, dulces y jugosos que atraen a muchos animales, incluso a personas. Después de ser comidos, sus semillas son dispersadas por los excrementos, a veces muy lejos del lugar donde fueron ingeridas. También hay semillas que viajan agarradas al pelo, plumas o patas de los animales, que las transportan de un lugar a otro sin darse cuenta. Este tipo de frutos normalmente tienen una estructura ganchuda, como los fastidiosos cadillos que en alguna ocasión se nos han pegado sobre los pantalones o calcetines. Otras semillas semejantes a palillos negros con piquitos terminales de una planta llamada acahual, pega-pega, aceitillo o mozote, de las especies Bidens odorata y Bidens pilosa, se atoran en los pelos de los animales y también sobre la ropa de las personas.

Así mismo, animales como los murciélagos y las aves se comen los frutos y posteriormente defecan las semillas intactas en otro lugar. Un caso curioso es el de las ardillas, las cuales juntan las bellotas de los encinos (Quecus sp.) y las entierran, pero con frecuencia olvidan dónde las guardaron. Con el paso del tiempo estas semillas germinan por aquí y acullá.

La dispersión por viento o anemocoria, donde encontramos las semillas más voladoras, permiten que el viento las arrastre muy lejos y las deje caer a tierra como si fueran paracaídas. Estas semillas producen adaptaciones en forma de alas giratorias, espirales y hasta pelos plumosos. Un ejemplo de ello son los vilanos del Diente de león (Taraxacum officinale), el Fresno (Fraxinus uhdei), la Pochota (Ceiba aesculifolia; Ceiba pentandra) y la Jacaranda (Jacaranda mimosifolia). La liana de Borneo, Alsomitra macrocarpa, tiene semillas con alas de hasta 13 cm de ancho, lo que les permite planear muy bien e igualar su vuelo a naves certeras de combate, como las vistas en Star Wars.

La dispersión a través del agua o hidrocoria generalmente compete a plantas que viven cerca de lagunas, ríos y el mar. Sus frutos o semillas al madurar caen en el agua y se alejan flotando. El ejemplo clásico y más conocido es el del coco (Cocos nucifera), cuya semilla al caer al mar puede viajar miles de kilómetros hasta encontrar un sitio adecuado para germinar. Por cierto, la semilla más grande que se conoce es la del coco de mar (Lodoicea maldivica) que habita en las Islas Seychelles, que llega a pesar de 18 hasta 20 kg.

También está la dispersión provocada por explosión propia del fruto o autocoria, donde al deshidratarse los frutos se rompen violentamente, provocando que las semillas salgan disparadas. Este tipo de dispersión tiene un alcance limitado como en el caso de la pata de vaca o pata de cabra (Bauhinia variegata; B. divaricata), cuyas semillas se alejan tan sólo algunos centímetros de la planta madre cuando la vaina revienta.

A manera de conclusión:

Las semillas nos enseñan que lo peor que le puede pasar a una persona es estar inactiva, sin haber intentado nada, careciendo de estrategia propia. Ellas no se preocupan por permanecer cerca de sus padres y hermanos. Saben que si germinan alejadas de sus “hermanos” no tiene que competir con ellos por los mismos recursos como el agua, los nutrientes del suelo o la luz del sol. Conquistar nuevos hábitats, cohabitar con otras especies es parte esencial de su actuar. Están al tanto de que el futuro se construye con lo que hacen hoy y que cada adaptación determina simultáneamente su destino.

Con mis atentos saludos,
Joaquín Becerra-Zavaleta

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