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jueves, 21 de marzo de 2013

Dicen que Cuando los Ríos sonaban era porque Agua Llevaban


Hoy en día ya no podemos decir mucho: “Cuando el río suena es porque agua lleva”, ya que los ríos de nuestro alrededor casi han desaparecido y en sólo en pocas ocasiones existen pequeños riachuelos y vestigios de lo que por allí pasó a manera de río o escurrimiento

Pero ¿qué ha pasado exactamente con nuestros ríos? Escuche con atención la siguiente historia de nuestros abuelos, seguramente le sonará muy familiar: "Cuando yo era niño, dice el abuelo, había enormes bosques, árboles en los alrededores y manantiales de agua fresca que fluían de las laderas hacia los ríos. Con frecuencia allí íbamos a nadar y a pescar. Siempre decíamos que el agua de manantial era la más dulce para beber y que debido a su vasta cantidad nunca se iba a acabar. Pero luego, los árboles empezaron a desaparecer a un ritmo acelerado. La gente los cortó y no los resembraron más. El agua fresca de esos manantiales también desapareció y ahora hay gran escasez”.
Note que esta historia nos enseña que entre los árboles y el agua siempre ha habido una relación de coexistencia; la simbiosis del árbol-agua. Pero ¿cómo participan exactamente los árboles para tener más agua? ¿Acaso plantar miles de éstos podría revertir el grave problema de escasez que ya se vive en todo el mundo, inclusive las guerras que a menudo se suscitan al respecto?
Permítame decirle que, hoy por hoy, el agua potable se ha convertido en un bien escaso y muy caro, inclusive más caro que la leche de vaca o el jugo de naranja. El acceso a ella está muy restringido debido a las políticas de control y manejo de este recurso natural por parte de las autoridades en turno. Existe un ejemplo concreto desde hace muchísimos años, consistente en que todos los jueves al medio día se reune en la ciudad de Valencia, España, un tribunal singular. Su cometido es resolver las disputas que surgen sobre el agua. Algunos ejidos y comunidades de nuestro país (México) se han enfrentado a muerte debido a la provisión del vital líquido. Ahora bien, si usted añadiera un árbol más a su jardín ¿Serviría esto de algo? Mejor dicho... ¿Se atrevería usted a plantar más árboles con el propósito de mitigar el calentamiento global, la escasez de agua y la contaminación atmosférica?

Antes de contestar a estas preguntas examinemos de cerca a un árbol. ¿Qué le observa usted? ¿Ve un tronco y encima de él ramas y hojas? Y si usted excavara el suelo ¿podría ver cómo la parte del árbol que está enterrada en la tierra – el intricado sistema de raíces – se parece bastante a un árbol visto de cabeza? Efectivamente las raíces de un árbol se expanden profunda y ampliamente por debajo del suelo. A menudo el perímetro que abarcan éstas resulta ser proporcional a la circunferencia de la copa del árbol; en ocasiones mayor. Y si usted pone mayor atención en las raíces grandes, verá que ellas tienen muchas raíces pequeñas y pelos adheridos sobre estas. En casos muy especiales aparecen los cotrafuertes.

Pues durante las lluvias gran parte del agua finaliza en un manantial que borbollea de la ladera de una montaña, o bien va a depositarse a los ríos, lagunas o pozas. Y el agua que se infiltra a mucha profundidad dentro del suelo es almacenada o retenida en los mantos freáticos, constituyendo así importantes reservas o bancos de agua; denominados por algunos como "acuíferos". A menudo sólo es posible llegar a ella excavando un pozo. Y es que los árboles roturan con sus raíces las diversas capas del suelo, dando lugar a la formación de una estructura porosa que facilita la absorción e infiltración del vital liquido. Por otra parte las ramas y las hojas de los árboles detienen las gotas de lluvia para que no caigan al suelo de topetazo, sino de forma suave y gradual.
Ahora bien ¿Qué está ocurriendo exactamente con los árboles? Por todas partes del mundo, como ya dijo el abuelo, los árboles están siendo cortados a una velocidad mayor de lo que son reemplazados. La gente los corta para construir casas, para ampliar sus fronteras agrícolas y ganaderas, para utilizarlos como combustible, para venderlos en forma de madera y para fabricar muebles y papel, etcétera.  Esto desde luego no es malo, lo malo es no reemplazar los que tiramos y asegurarnos de su sobrevivencia. En otras palabras debemos concebir a los árboles como seres que cumplen un ciclo de vida, es decir, nacen, crecen y mueren. Bajo todo un contexto silvícola resulta necesario aprovecharlos cuando han alcanzado su madurez óptima, pues algunas especies de árboles que llegan a viejos, se ahuecan o pudren del duramen (corazón) y constituyen un verdadero peligro. Un punto de vista, muy equilibrado, que ayudaría a comprender este proceso, lo comparte Lao-Tsé (Pensador chino y creador del taoísmo), al decir: Cuando el hombre nace, sus carnes son tiernas y suaves; cuando el hombre muere, su cuerpo es rígido y duro. Los tallos de los árboles son flexibles y llenos de vigor, pero cuando se desarrollan y cuando mueren, se secan y se tornan mustios. Asimismo la rigidez siempre acompaña a la muerte, y la suavidad es símbolo de vida. Los soldados demasiado rígidos nunca alcanzan victorias; los arboles que han adquirido plena madurez y fortaleza son víctimas del hacha: “los fuertes y los poderosos caen mientras los que son suaves y flexibles siguen desarrollándose”

Sembrar más árboles, aunque sea uno más a su jardín, es una forma de mitigar algunos de los enormes problemas ambientales de este adentrado siglo XXI, es decir, contribuyen a una mayor retención del agua de lluvia, reducen el daño que causan las sequías, los huracanes y las inundaciones. Pero también podrían servir de alimento en tiempo de sequía. Esto se debe a que sus raíces buscan el agua a profundidades sorprendentes cuando no hay lluvia. En tales circunstancias sobreviven cuando otras plantas no pueden lograrlo. Lo más sobresaliente de esto es que los árboles trabajan para nosotros las 24 horas del día para mejorar nuestro ambiente y nuestra calidad de vida, sin ningún descanso ni día festivo. Otra particularidad que tienen los árboles es que fabrican su propio alimento a partir del bióxido de carbono (C02) en la atmósfera, el agua, la luz solar y en una pequeña cantidad de elementos del suelo. En ese proceso los árboles liberan el oxígeno (02) para nosotros poder respirar y alimentarnos.

Por eso, si usted protege a los árboles protegerá también los ríos, manantiales y cuencas hidrológicas, tan indispensables para nuestra existencia. Las comunidades con escasez de agua, pero sobre todo las grandes metrópolis,  deberían hacerse algunas preguntas reflexivas como: ¿Qué está pasando con el agua de lluvia en mi zona? ¿Hay suficientes árboles para retener el agua en el suelo? ¿Están los árboles desapareciendo rápidamente?

Realmente toma varios años ver crecer a los árboles que se plantan. Se requiere de gran dedicación, pues éstos necesitan ser regados, fertilizados y mantenerlos libres de plagas y enfermedades. Pero los árboles que usted siembre ahora ayudarán a proteger la tierra de las sequías e inundaciones y proporcionarán alimento y un ambiente agradable a sus hijos de sus hijos.

Además, el sembrar árboles no tiene que ser trabajo sólo de usted. Puede hacer que sus vecinos se involucren en actividades de reforestación social y urbana, mediante plantar árboles en terrenos o parcelas de la comunidad, así como a los lados y sobre los taludes de las carreteras, orillas de ríos y manantiales. La reforestación urbana de su comunidad puede marcar la diferencia de su vida. Recuerde que en la actualidad el 85% de nosotros vive en pueblos y ciudades, donde podemos actuar individualmente para mejorar nuestro ambiente natural sembrando y manteniendo árboles en nuestras calles y apoyando los programas de reforestación que impulsan los gobierno Federal, Estatal y Municipal.  Entre más árboles haya, más protección tendremos contra las sequías e inundaciones. Pero lo más importante es que  contribuiremos a  "QUE LOS RÍOS SUENEN NUEVAMENTE

Pude ampliar su información si consulta: AGRICULTURA BIOLÓGICA, 14. ¿A dónde están los manantiales de antaño? en www.insectariumvirtual.com. También puede escribirme a: joaquinbecerra16@gmail.com y jbecerrazavaleta@yahoo.com.mx.

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