Este artículo, que presento en dos partes, ha sido adaptado a partir
de Farias Magallan (2007)* y se presenta aquí como una herramienta para mejorar
la calidad de los servicios de todos los profesionales, así como las personas
que sin contar con un título académico prestan un servicio o trabajo digno. Aquí
hago honor a todos aquellos que se desempeñan como jardineros, agricultores,
albañiles, fontaneros, mecánicos, carpinteros, pescadores, empleadas
domésticas, tenderos y marchantes, etcétera, que constituyen el capital social
que mueve la economía de un país.
También
preludio la famosa frase atribuida al Divino Cayo Julio
César (100-44 A.C.): “La mujer del César no sólo debe ser honrada (u
honesta), sino además, parecerlo" , en la cual inspiré el
título de este documento.
Empezaré por admitir diciendo, como bien lo
señala el autor, que todas las profesiones están atravesando por un período de
cambios inesperados, debido a la demanda del consumidor y al aumento constante
de la competencia entre profesionales (profesionistas para México). Hoy en día ya
no basta con tener un título habilitante y ejercer una profesión para ser un
buen profesional. Se requiere serlo de verdad, pero además hay que demostrarlo
en aptitud y actitud. De muy poco sirve presentar en varios capítulos nuestra
Hoja de Vida o Curriculum Vitae, si no tenemos ante todo una buena apariencia
personal, junto con buenos modales, que nos acompañen. En este contexto debemos
asentir que, independientemente de las llamadas “palancas” o el “nepotismo” que
se estila en varios sectores de la sociedad, como te ven te tratan. O bien, “dime
cuantas armas portas y te diré quién eres”.
Para contextualizar un poco, la Real Academia
Española define “profesional” como “Persona que ejerce su profesión con
relevante capacidad y aplicación”. En México se emplea, con mayor frecuencia, el
término profesionista para referirse a una persona graduada; se usa profesional
para tipificar la calidad de trabajo que una persona ejecuta o presenta. A
nivel más global se prefiere la expresión “profesional”.
Sobre este particular sentido, ya no es
suficiente el extraer un diente, vacunar una mascota, cortar el césped, asear
una habitación o hasta reparar un auto. Los clientes exigen más y mejores
servicios, brindados por una persona facultada, que además tenga una imagen
acorde a su tarea. ¡Sí, escuchó bien! ¡La
apariencia personal es un factor determinante! Aunque todavía hay algunos
pocos que no le dan la importancia que esto merece. Quizás se excusan en sus
arraigados estilos y costumbres de vida, o bien porque deciden ser auténticos y
no ser manipulados. Esta misma palabrería aplica a todas aquellas personas que,
sin contar con algún título académico, prestan un servicio muy digno y de
calidad, con frecuencia hasta mejor que cualquier profesionista o técnico en la
materia.
Nuestra
imagen atrae o rechaza a nuestros clientes y amigos.
Si nos presentamos a nuestras labores
cotidianas, o estamos a punto de emprender un negocio, pero vamos con los pelos
parados, sin bañarnos, todavía con lagañas en los ojos, comida residual en los
dientes, mal aliento (halitosis), sin afeitarnos, ropa arrugada y zapatos
sucios, es casi seguro que perdemos un buen negocio y hasta un trabajo. Añada a
esto la actitud negativa con que nos hacemos acompañar. Mejor… ¡Trágame tierra!,
dirán algunos.
Es por eso que una buena imagen ayuda a crear
y ganar un lugar en la mente de los clientes, es decir, a posicionarse en el
mercado y de los servicios. Es una herramienta que abre la oportunidad para el
emprendimiento de un buen empleo o trabajo. El posicionamiento correcto consiste
en lograr que el cliente diferencie, desde la primera vez, claramente los
servicios brindados por el profesional, de los de su competencia;
percibiéndolos como únicos, y como la primera y más relevante opción, al
momento de elegir la alternativa para satisfacer sus necesidades. La imagen profesional es un concepto
abstracto, que se forma a través de la percepción de elementos reales y
emocionales en la mente de la gente. En teoría esto no debería importar,
pero ¡Sí importa y mucho!. Cuando se celebra, por ejemplo, una Asamblea Ejidal o
Comunal y el Ingeniero Agrónomo o el Médico Veterinario se para al frente y
exhibe una apariencia sucia y desgarbada, difícilmente logra convencer a sus
interlocutores. Si a esto le agregamos un deficiente manejo del lenguaje y la falta
de confianza en sí mismo, las cosas terminan siendo decepcionantes.
Por eso los principales factores que ayudan o estimulan a generar una buena imagen
profesional son: la apariencia personal (acicalamiento e higiene), el
lenguaje corporal durante la interacción con el cliente; el comportamiento del
profesional (dentro y fuera de la empresa/rancho); el entorno que lo rodea (su ambiente
laboral incluyendo el resto del personal y su espacio de trabajo); los
honorarios profesionales (muchos no saben cobrar y otros abusan cobrando); los
conocimientos técnicos y la atención general brindada al cliente. Sobre este
particular desglose de factores, tenemos mucho que aprender de los abogados,
dentistas y médicos en salud humana, entre otros profesionales, que a resumidas
cuentas visten apropiadamente para servir, pero también saben cobrar. No así
algunos Ingenieros Agrónomos, Biólogos, Sociólogos, Nutriólogos y Veterinarios,
sólo por citar algunos casos de crítica
constructiva.
Cuando un cliente acude a una entrevista o
consulta (ej. consultorio veterinario, consultorio médico, despacho ambiental)
deposita en el profesional su confianza para que éste le de soluciones concretas
al mejoramiento productivo de la empresa o del rancho, o bien atienda la salud de su ganado o
eleve la calidad del bosque, etcétera. Además, espera encontrarse con una
persona que, más allá de sus conocimientos técnico científicos, sea pulcra,
cuidadosa de su vestimenta y de su higiene personal, educada y con una buena
cultura general, características que seguramente asociará con seriedad,
honestidad y capacidad profesional.
Sobre este particular punto de vista, le
comento que he tenido la oportunidad de colaborar con diversos productores
agrícolas de la República Mexicana y francamente he quedado boquiabierto al
darme cuenta del manejo y comportamiento para con los trabajadores. Muy a pesar
de realizar labores de campo (chapeo, siembra, podas, fertilización y cosecha,
entre otras), se les exige que se presenten duchados y con ropa limpia todos
los días, en punto de las 8 a.m. Esta actitud también se ve reflejada en la
forma de manipular su “lonche” o “itacate”, como se le llama coloquialmente a
los alimentos que portan los trabajadores de campo durante una jornada de ocho
horas de trabajo. Estos alimentos incluyen, con frecuencia, el desayuno o
almuerzo y la comida. Los trastes y servilletas exhiben limpieza y buen gusto. ¡Se antoja degustar los sagrados alimentos
con este tipo de gente!
Esto me hace recordar a aquellos estudiantes coterráneos
de enseñanza media y universitaria, que portaban mochilas rotas y algo sucias,
y que en su interior había un verdadero desorden. ¡Nunca encontraban lo que
hacía falta! En cierta ocasión un camarada viajó durante una semana con una
jaiba hervida en el interior de su mochila de trabajo, sin darse cuenta. Otra
más, que parece de cómic, tiene que ver con una colega extensionista que, al momento
de abrir su bolsa de mano salta un pequeño ratón. ¡No daba crédito a lo que sus
ojos estaban viendo!
La
puntualidad: un sello de garantía en peligro de extinción.
Los ingleses son famosos por su puntualidad de
hasta un 90%. Seguramente los habrá impuntuales, pero es parte de su cultura el
respetar a ultranza el tiempo de los demás. Sin embargo en México, vivimos en
el país de los 20 minutos de tolerancia mínima y (casi) nadie dice nada. Llegar
tarde muchas veces es visto como "fashionably late", o sea, “te ves bien llegando tarde a la reunión”,
a la cita con tu cliente o tus familiares. Lo mismo ocurre cuando hay que
atender a algún grupo de la comunidad rural; les restamos respeto y hasta razonamos
que nadie quiere "llegar a barrer", que es lo mismo que llegar a
tiempo. Tampoco es extraño ver que los anfitriones de una fiesta citan a las
7:00 p.m. y si a algún invitado se le ocurre llegar a tiempo, pues le tocará
pasarla a solas en la sala de espera, mientras llegan los demás invitados, porque
la señora de la casa apenas se está bañando y el señor está viendo el fútbol. Después
de todo ¿quién va a llegar a las siete? Aquí
valdría la pena recordar las palabras de Horace Mann (1796-1859), educador
estadounidense, quien dijo:"La
informalidad en atender una cita es un claro acto de deshonestidad. Igual
puedes robar el dinero de una persona si robas su tiempo" Vea más
sobre puntualidad inglesa en aurelianogarcia.blogspot.mx
Este apartado constituye un llamado a la mente
y corazón, con el fin de hacer los ajustes necesarios para atender en tiempo y
forma cualquier compromiso agendado, así como dar curso a la entrega formal de los
trabajos previamente convenidos o pactados. Si quiere ser buen profesional o un
excelente prestador de servicios, no hay motivo para postergar las cosas, ni mucho
menos restarles importancia a unos cuantos minutos. La puntualidad es un sello
de garantía que todavía se honra en varios países y comunidades, lamentablemente
es una cualidad que está en peligro de extinción. No obstante la repercusión
que esto puede tener en nuestros clientes e interlocutores (que puede abarcar a
familiares y amigos) es de valor incalculable. Se trata del respeto y la dignidad
hacia el esfuerzo concienzudo de los demás, pero sobre todo de la imagen que
dejemos plasmada en la mente de los que nos esperan.
Por ello, la próxima vez que acudamos a alguna
cita o negociación, echemos un vistazo a nuestra apariencia personal,
incluyendo la limpieza de los zapatos y aliento de la boca. Nunca escatimemos
llegar 5 minutos antes de lo acordado; tendrá suficiente tiempo para
desahogarse antes de empezar y hacer un reconocimiento del entorno. Recuerde
que “El buen profesional no solo debe
serlo, sino además parecerlo”
Este
artículo continuará...
* Farias, M. D. J., 2007. Hay que ser buen profesional y además, hay que parecerlo. Coordinador de VET-UY.
www.vet-uy.com; www.produccion-animal.com.ar