Aquél que piense que vivimos mejor ahora que antes, porque tenemos un vehículo y gozamos de más bienes y servicios, que piense también en que estamos envenenando más, ahora que antes, el aire que aspiramos 13 veces por minuto” Chamizo y Garritz, 1991.
Y no pretendo decir que tengamos que retroceder a la edad de piedra, pero sí estar conscientes que debemos pagar el costo.
Hay
tres cosas básicas para la vida y estas son: aire, agua y alimentos. Ahora
bien, sin comida podríamos vivir hasta un mes, sin agua sólo unos cuantos días,
pero sin aire (oxígeno) moriríamos en cuestión de minutos. Y es que el aire es
más indispensable para la vida y cualquier actividad muscular que realicemos.
Pero un aire envenenado es tan nocivo como la ausencia del mismo, ya que en
lugar de llevar oxígeno a nuestras células, la hemoglobina transportaría
veneno, provocando la intoxicación y muerte.
Permítame
recordarle que la atmósfera, el área de donde fluye el oxígeno, es el principal
medio de dispersión de las emisiones y contaminantes provenientes de diversas
actividades como la agricultura, la ganadería, el transporte, el confinamiento
de residuos sólidos (basura) y todos los procesos industriales, entre otras.
Dos principales enemigos se vislumbran dentro de este escenario, un tanto
silenciosos y hasta algo invisibles: los
gases y el ruido. Estos contaminantes emitidos a la atmósfera ya han tenido
graves consecuencias en la salud de los seres vivos, incluyendo plantas y
animales, los cuales están en contacto directo en todo momento de su vida. Esta
situación debería incluirse, de manera conspicua, en todas las agendas
ambientales, nacionales e internacionales.
Si
usted ha viajado a ciudades tan densas como Mexicali, el Distrito Federal,
Beijing, Ludhiana, Lanzhou, es posible
que, en ocasiones, se le irriten los ojos o la garganta; que se le ensordezcan
o duelen los oídos debido al ruido que emiten tantos vehículos en circulación.
También, seguramente ha escuchado a las personas mayores comentar que cuando
eran niños se respiraba un aire más limpio y que hasta era posible ver lugares
muy alejados, ya que el aire era más transparente. Pero esta realidad
nostálgica ha cambiado y hoy la contaminación del aire es un problema en muchas
ciudades de acelerado crecimiento y desarrollo, ya que en estos lugares se
liberan grandes cantidades de contaminantes a la atmósfera, incluyendo el
ruido, procedentes de la creciente carga vehicular sin precedente, así como de
las actividades industriales y de los hogares. Precisamente son estos
contaminantes los que nos causan molestias en los ojos, piel, vías
respiratorias y oídos.
Pero
para poder entender mejor el tema de la contaminación atmosférica, y
propiamente el concepto de “cuenca atmosférica”, es necesario que repasemos una serie de conceptos que, aunque parecen tan
obvios, siempre dejan un espacio para las discrepancias, los modismos y las
interpretaciones convencionales.
Empezaré
diciendo que la atmósfera, lugar de
donde procede el oxígeno que respiramos, se estructura en capas que se
encuentran a diferentes temperaturas y están compuestas por distintos gases.
Para efectos del presente análisis, prestaremos atención sólo a la troposfera y
a la capa de ozono (O3) en la estratosfera. La troposfera, entre 0 y
10 km sobre el nivel del mar, dentro de la cual se desarrolla la vida aérea. La
estratosfera, hasta 80 km de altura, es un "aire" muy enrarecido, con
mucha menor densidad. En ella existe una capa de ozono (O3) de unos 20 km de
altura, que resulta esencial para la vida. Esta capa es una especie de
"escudo" que protege a la Tierra de radiaciones solares letales,
conocidas como rayos ultravioleta.
Otro
concepto que debemos entender bien es el de contaminación atmosférica. Esta consiste en la liberación de
sustancias químicas y partículas a la atmósfera, alterando su composición y
suponiendo un riesgo para la salud de las personas y de los demás seres vivos.
Los gases contaminantes del aire más comunes son: el monóxido de carbono, el
dióxido de azufre, los clorofluorocarbonos y los óxidos de nitrógeno,
producidos por la industria y por la combustión de los vehículos. La
contaminación atmosférica puede tener un carácter local o global.
El
término que ya se ha hecho muy familiar es el Imeca (Imecas), siglas correspondientes para el Índice
Metropolitano de la Calidad del Aire. Aunque al principio costó trabajo
entender qué significaba este índice, después de algunos años una gran parte de
los habitantes de la ciudad de México, pudieron interpretar los valores
reportados. Hoy se sabe que si estamos por arriba de 100 Imecas, la calidad del
aire no es buena y que si el valor es igual o menor a 100 entonces la calidad
de aire es por lo menos aceptable.
Por
otra parte la contaminación acústica
hace referencia al ruido, entendido éste como un sonido excesivo y molesto,
provocado por las actividades humanas (tráfico, industrias, locales de ocio,
aviones, etc.), que produce efectos negativos sobre la salud auditiva, física y
mental de las personas. Algunos autores han definido al ruido como el sonido no
deseado y que es meramente circunstancial y subjetivo. Ya que lo que a algunos
puede parecer un sonido agradable, para otros puede tratarse de un ruido
realmente molesto, en función de las circunstancias socio-culturales de cada
quien.
Dentro
de este marco de conceptos, está el decibelio
(dB), la principal unidad de medida utilizada para el nivel de potencia o
nivel de intensidad del sonido. En esta aplicación la escala termina hacia los
140 dB, donde se llega al umbral de dolor. Le recuerdo que el oído humano sólo
puede soportar ciertos niveles máximos de ruido, expresados en decibeles. Por
ello no deben registrarse más de 30 decibeles para que una persona pueda dormir
bien.
Finalmente,
otro problema de envergadura que ya está teniendo repercusiones negativas al
ambiente y en la salud de las personas es la contaminación visual. Entendida ésta como una alteración de la
imagen o fisonomía del entorno urbano, causada por la acumulación de productos
de desecho (basura), automóviles abandonados a diestra y siniestra, terrenos
baldíos y enmontados, edificaciones y
bienes materiales en pésimo deterioro, así como una descarada violación en las
densidades y características físicas de publicidad o espectaculares. Añádase a
esto la creciente cantidad de limosneros o indigentes, y personas empedernidas
en algún vicio. Entre las alteraciones que este tipo de contaminación provoca
está el estrés, dolor de cabeza, distracciones peligrosas, accidentes y
problemas ecológicos ambientales.
Conclusiones
Ante todo
este contexto, el uso de “cuencas atmosféricas” como unidad
espacial permite una mejor gestión de la calidad del aire, incluyendo el manejo
del ruido o contaminación acústica. Una cuenca atmosférica es un volumen de
aire que está separado de otro por factores geográficos o meteorológicos.
Cuando hablamos de una cuenca atmosférica nos referimos a una zona geográfica
donde los contaminantes atmosféricos de fuentes "aguas arriba" o
dentro del área de flujo están presentes en el aire.
En
diversas partes del mundo, el interés de autoridades y sociedad en mantener
niveles de contaminación bajos ha llevado a definir los dominios espaciales de
administración de medidas de control de emisiones y de monitoreo utilizando
regiones definidas bajo consideraciones físicas. Al igual que se trabaja en
hidrología por medio de cuencas, en las cuales el ciclo hidrológico y la
administración del agua quedan delimitados por fronteras topográficas, en la
gestión de la calidad del aire se comienza a pasar en definir dominios de
acción en donde los factores geofísicos como la orografía y la dinámica
de la atmósfera
sean tomadas en
cuenta, más allá
de delimitaciones puramente
políticas.
En
México, el uso de “cuencas atmosféricas”
requiere mucha divulgación y concientización entre las autoridades ambientales
y la sociedad en general, a fin de que hablemos el mismo lenguaje globalizado.
Para
mayores informes puede dejar sus comentarios en este mismo blog, o bien
escribir a joaquinbecerra16@gmail.com
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