Muchos
consejos y talleres pragmáticos existen en torno al reciclaje del papel. Por
todas partes se pregona el reciclaje de casi cualquier subproducto. Se pugna
porque sean los niños y los jóvenes quienes lideren esta iniciativa global.
Se
enseña que al reciclar el papel, incluyendo el cartón, se disminuirá la tala de
los bosques naturales, pero esto es totalmente falso, puesto que para producir
papel, generalmente no se utiliza madera proveniente de bosques naturales, sino
de plantaciones comerciales forestales establecidas con dichos fines y bajo un
proyecto productivo bien planeado.
Muy
poca, si acaso alguna cantidad moderada de madera procedente de los bosques
naturales, se emplea para fabricar papel.
Estudios internacionales
indican que de todos los productos el de mayor consumo, en la historia de la civilización,
ha sido y continuará siendo la madera, cuya producción es la menos costosa
desde el punto de vista ambiental. Permítame decirle que “el árbol (la madera), nos ha acompañado desde la cuna (generalmente hecha
de madera), hasta la mortaja (también de madera)”.
Un subproducto de gran importancia
en nuestra vida cotidiana es la celulosa, una fibra vegetal extraída
principalmente de la madera de los árboles. Con la celulosa se fabrica una variedad
de papel y con diversos fines. Así tenemos hojas blancas, libretas y cuadernos
para los estudiantes, libros de texto, revistas y periódicos informativos,
papel higiénico o sanitario, servilletas, bolsas, cajas de cartón, tejidos de
fibras naturales, etcétera. En este contexto, los árboles aportan más del 90%
de la producción de celulosa a nivel mundial; el restante 10% es aportado por
otras plantas, tales como pastos, bambúes, bagazos, algodones, linos, cáñamos y
otros.
En el mundo se consumen 176
millones de toneladas de celulosa, concentrándose el 80% del consumo en 11
países. Estados Unidos es el principal país consumidor con un 29.6% del total,
seguido por China con 8.9% y Japón con 7.2%. Cualitativamente, este recurso (la
celulosa de madera), se sitúa entre los productos esenciales porque está presente
en las actividades cruciales contemporáneas como la educación, las
comunicaciones y la producción agroindustrial, entre otras. Pareciera paradójico que en una era tecnotrónica
el papel de celulosa siga siendo el soporte de todas nuestras anotaciones.
Según Molina y Monreal (2006), en México se consume anualmente un
promedio de un millón 200 toneladas de fibra virgen (no se incluye reciclado).
Tan sólo la industria editorial utiliza un promedio anual de 100 mil 350
toneladas de papel. Por ejemplo, para producir los 150 millones de libros de
texto gratuito del nivel de educación básico del ciclo escolar 2006, la
Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (CONALITEG) utilizó 70 mil
toneladas de papel reciclado. En cuanto a la materia prima que se necesita para
producir la celulosa –procedente de la madera–, se ocupan entre 5 y 6 metros
cúbicos de madera para obtener una tonelada de celulosa.
Otro ejemplo interesante es que 7,000 periódicos, de esos que se leen
cada mañana, pesan alrededor de una tonelada, lo que equivale a tres metros
cúbicos de madera, o lo que es lo mismo, 13 árboles de tamaño medio.
En tales circunstancias, la
demanda de árboles en metros cúbicos sería:
De madera de coníferas (árboles maduros) de
una edad promedio de 60 años, una tonelada de celulosa equivale en promedio a
14.28 árboles.
De madera de encino (árboles maduros) de una
edad promedio de 50 años, una tonelada de celulosa equivale en promedio a 10.20
árboles.
Por consiguiente, cuando
arrojamos a la basura nuestro papel usado, es decir, cuando extendemos las
manos para tirarlo al cesto de la basura, en ocasiones hasta mal usado porque
sólo hemos escrito un par de frases, condenamos a muerte a millones de árboles.
Obviamente que, como se indica al inicio de este documento, gran parte de la
celulosa procede de plantaciones comerciales establecidas. Pero esto de ninguna
manera constituye razón suficiente para apaciguar nuestra conciencia, ya que el
papel ecológico y los gastos energéticos que esto representa, debería ser suficiente para forjar la conciencia
y generar una mayor cultura sobre el reciclaje.
Por el momento se considera
que es más económico reciclar papel usado. Hoy en día el papel reciclado se
emplea para la fabricación de todo tipo de papeles: bond, prensa empaque, cajas
de cartón, cartoncillo y tissue para papel higiénico. Algunas líneas de
producción de papel requieren el uso de fibra virgen, cuando se trata de
papeles bond de alta calidad, papel couché para revistas, glassine para
alimentos y papeles para sacos, entre otros.
Y aunque ya se disfruta de
una trayectoria ascendente, en general el mercado del papel reciclado no acaba
de asentarse y desarrollarse en México, y ello es debido fundamentalmente a dos
actitudes paralelas pero asociadas:
La falta de hábito
recuperador en la sociedad urbana.
Se
considera más que engorroso, en una sociedad que vive muy de prisa, tener que
rotar las hojas ya usadas para imprimir o escribir en ellas. Resulta más
conveniente y hasta simplista agarrar hojas nuevas, sobre todo cuando no hay
que comprarlas sino únicamente pedir. Esto se estila con más frecuencia en las
dependencias de gobierno e instituciones subsidiadas.
Por
otra parte, se conceptúa de impropio y como una falta de respeto, el hacer
llegar o entregar un encuadernado ejecutivo empleando papel reciclado.
El culto a la falsa apariencia
inmaculada nos domina; es nuestra mejor careta.
Nuestra moderna sociedad
cibernética todavía valora más si la ropa es más blanca, en lugar de sí está
más limpia, o si el pan es más blanco, en lugar de ser más integral y de gran
aporte alimenticio, o si el papel es más blanco, en lugar en lugar de ser reciclado.
Eche un vistazo al interior de cualquier hogar y note que se prefiere el papel
más suave y blanco, que no raspe o sea áspero. Y si éste contiene algún aroma, es mucho mejor. Muchos ya hemos olvidado aquel papel de estraza, el típico para el envoltorio del pan
y de los chicharrones. Lo hemos reemplazado, inclusive, por las nocivas bolsas de plástico, de
las cuales hablaré en otra ocasión.
Todas estas actitudes traen
como consecuencia un desgaste excesivo de los recursos naturales y una presión
excesiva sobre la naturaleza, que bien valdría la pena redireccionar mediante
un cambio de actitud y de cultura personal. Recuerde que lo mucho o poco que
hagamos como persona será mejor en comparación con no hacer nada o quedarse
pasivos. Esto, sobre todo, sentará las bases para alcanzar el Mundo Ideal añorado por muchos.
Si desea compartir algunas
sugerencias o participar en este blog, con algún artículo relacionado a la Salud y el Ambiente, sírvase
escribir a joaquínbecerra16@gmail.com
Lecturas
sugeridas:
M.
Molina y S. Monreal, 2006. Papel de madera. Una reflexión sobre la
producción y uso del papel en México. En: www.mexicoforestal.gob.mx
De la Madrid, C.E., Sin/Año. La Situación de la
Industria de la Celulosa y el Papel en el Mundo. Financiera Rural. En: www.financierarural.gob.mx
No hay comentarios:
Publicar un comentario