Resumen
Animales
de tiro, yunta o carga, es la expresión con que se designa a los animales
domésticos y semidomésticos utilizados para la tracción animal agrícola y diversos
transportes. Esa actividad se logra mediante el arrastre o tirón de distintos
tipos de carruajes, aperos agrícolas como el arado, molinos y norias, entre
otros. Los animales de tiro se vienen utilizando desde hace milenios de años y tras
la revolución neolítica, durante la edad de los metales, la implementación de
la rueda impulsó su mayor utilización. Desafortunadamente tienen
un grave "problema de imagen" y su permanencia está en riesgo, pues
durante los últimos cincuenta años se han venido promoviendo relucientes
tractores modernos en vez de bueyes robustos y asnos resistentes.
Esta
imagen ha sido tomada exclusivamente para enseñanza. No tiene fines de
lucro ni dolo alguno.
http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Pfluegender_Elefant_von_Hans_Buch.JPG
Introducción
Al
principio de la agricultura el hombre se limitaba a hacer sólo algunos pequeños
hoyos o aberturas en el suelo, utilizando puntiagudos y afilados palos en forma
de cuña o punzón, para después depositar allí las semillas que deseaba
reproducir como alimento. Fue así como la coa, el cayado o báculo, le sirvieron
para el desempeño de diversas actividades agropecuarias; además como armas de
guerra y defensa personal. Esto lo practicó hasta
la introducción del primer arado, el
apero más importante en la historia de la civilización sedentaria. Su origen
proviene de una extraña combinación de las azadas primitivas, la pala y el pico.
Está considerado como la innovación más revolucionaria para la agricultura. Quien
haya inventado este instrumento tuvo el ingenio suficiente para mejorar la
calidad de vida, aunque ya en el libro perdido de Enki (en la octava tablilla) se
menciona que “Ninurta hizo para Ka-in un
arado con madera de los árboles, para que con él labrara la tierra”. Esto da
una vaga idea de su arcaica antigüedad y también de una posible intervención divina.
El arado es prácticamente una herramienta de hierro que consta de una
esteva[1] (para guiar) y una reja (de hierro)
que es la que rompe y remueve el suelo antes de sembrar las semillas. También
existen arados fabricados con maderas duras como el roble y el palo fierro,
entre otras especies. Posiblemente surgió en Mesopotamia, aunque en Egipto ya
se utilizaban arados.
Tirar o
arrastrar el arado no constituía una tarea fácil para el hombre, quien en un principio
literalmente jalaba o empujaba este instrumento, por lo que le fue necesario ayudarse
de las bestias más fuertes y resistentes del campo. Así los primeros agricultores
experimentaron la utilización de bueyes, búfalos, caballos, llamas, elefantes,
mulas, burros, avestruces, renos, alces, yaks, camellos y hasta perros, para poder
labrar y sembrar las tierras, quitar la maleza, transportar diversos productos
(leña, agua, granos, forrajes, etc.) y hasta excavar la tierra. Muchos de éstos
animales todavía se siguen empleando en diversas partes del mundo. Los elefantes, por ejemplo, se han utilizado para
efectuar las tareas más pesadas, como desbrozar o arrastrar troncos a través de
la selva y construir puentes, etc... Por su parte los perros tienen una
utilización más versátil en el contexto agrícola productivo, sobre todo en los
entornos rurales (caza, pastoreo, etc.), además de ser animales de tiro (ejemplo:
los esquimales), son preferentemente usados de compañía. Ciertos vestigios
de trapiches, pozos y norias de agua, movidos por bueyes y asnos, son otra evidencia
del uso de estos animales de yunta.
El arado es sujetado por un yugo consistente en una barra de madera o
armazón que se coloca sobre el cuello de dos animales de tiro, para que arrastren
un apero de labranza, una carreta o carruaje. Para este último caso, pueden sujetarse
mediante dos tiras que rodean el cuello del animal. Pero algunos yugos, en vez
de tener tiras, están atravesados por estacas que bajan por ambos lados del cuello
de los animales y se atan con correas en torno a su garganta. En Jalisco, México,
aún existen las llamadas “calandrias”, lujosas carretas de transporte que nos
remembran a la época colonial. Y en las grandes urbes del país, es posible ver
algunas carretas guiadas por asnos o caballos que se dedican a recoger la basura
doméstica.
En ocasiones los yugos se sujetan a la base de los cuernos del animal, y
sí se considera muy necesario se colocan narigueras en la nariz de las bestias
con la finalidad de gobernarlas más fácilmente. Sin embargo, desde tiempos tan
remotos como el antiguo Egipto, Mesopotamia e Israel, se prohibía poner a
trabajar o labrar la tierra a un buey con un asno. Esto constituía un yugo
desigual, ya que el buey es un animal limpio, pero ante todo más fuerte que el
asno y sus maneras de caminar son diferentes. En consecuencia había que
emparejar animales de la misma especie y bajo la misma talla o robustez, a
efecto de igualar las cargas de trabajo. También era obligatorio proporcionar
el debido descanso y alimentación a los animales después de una larga jornada.
Extenuar la fortaleza de estas bestias de carga significaba retraso en las
labores subsecuentes, constituía una violación a las leyes o normas que
protegían el trato de los animales.
Y aunque la
agricultura se ha venido modernizando, la utilización de animales de tiro,
según la "problema de imagen" y están en
peligro de extinguirse del sector agrícola, ya que durante los últimos cincuenta
años, los libros de agricultura y diversos medios masivos de comunicación, a
juzgar por una ligera revisión realizada, han venido promoviendo los relucientes
tractores modernos en vez de bueyes robustos
y asnos resistentes. El resultado es que la mayoría de los profesionales de la extensión
y divulgación agropecuaria, investigadores y encargados de la toma de
decisiones, nunca han estudiado a lujo de detalle la tracción animal versus la orografía
de un país como el nuestro (México). La consideran como una tecnología vieja e inherentemente
pobre, algo que ya pasó de moda. Creen y sostienen que, para elevar la
productividad y alcanzar la rentabilidad es necesario incorporar al campo las tecnologías
más modernas, consistentes a menudo tractores ya computarizados y diversos
aperos. Lo cierto es que, cuando ponemos los pies en la tierra, vemos con gran
desilusión muchos de estos artefactos en proceso de oxidación y al completo abandono. persiste e incluso aumenta en todo el mundo ,
dichos animales tienen un grave
Entre los beneficios
de los animales de tiro están aquellos que no exigen divisas, ni aguinaldo, ni
días festivos. Permiten que el dinero circule en las zonas rurales, mejorando
así la economía familiar. Facilitan la comercialización de los productos y
estimulan el comercio local. Proporcionan un importante transporte local entre
las fincas y las carreteras. Lo más importante aún es que no hacen
manifestaciones ni bloquean las carreteras, excepto que, por allí hay una interesante
novela literaria de George Orwel, publicada en 1945, sobre “La Rebelión de la
Granja”, que recomiendo examinar.
Realmente la
tracción animal es sustentable, sostenible y no perjudica en absoluto al medio
ambiente, como lo han venido haciendo las innovaciones tecnológicas más modernas
promovidas a partir de la revolución verde. Son una fuente de energía renovable
que se puede mantener con muy pocos insumos externos, generalmente a base de forrajes
y agua. Estas bestias de tiro no sólo producen abono, sino que transportan el
estiércol de otros animales al campo, lo que beneficia la fertilidad y la
estructura de los suelos.
Debemos recuperar la dignidad y los cuidados que se merecen estos animales.
Esto involucra atender muy bien los aspectos relacionados con su alimentación, salud
física y emocional. No es agradable votar o arrojar el manojo de pastura al
suelo para que el animal lo recoja con el hocico, justificándonos que así lo
hacen todos los granjeros en la comunidad. Tampoco debemos conformarnos con
sólo llevar a las bestias a un charco lodoso y mal oliente para que tomen allí su
agua. Es imprescindible que les construyamos comederos y bebederos limpios; que
tengan un pesebre o cobertizo donde protegerse del sereno e inclemencias del
tiempo. En materia de nutrición animal, hay que procurar incorporar en sus alimentos
ciertos minerales y vitaminas esenciales. El tequesquite y la sal de mar, son
algunas sustancias que pudieran contribuir al aporte de ciertos elementos,
aunque sería más recomendable consultar a su médico veterinario para una correcta
precisión. Tampoco olvide que los cascos o pezuñas de los animales constituyen los
zapatos o llantas para su trabajo, por lo que cualquier desgaste y daño físico requerirá
inmediata atención médica y de un herrero. Finalmente, hay que darse un espacio
de tiempo para jugar y acariciar a estos animales. No ponga reparos en
pasearlos y bañarlos. Ellos se merecen un trato digno para ser felices. Son y
seguirán siendo una parte inventariada de nuestra familia. El trato que les
demos será directamente proporcional a lo que somos como ciudadanos.
Conclusión
Finalizo, por
ahora, esta breve nota diciendo que, como sociedad y gobierno, hemos equivocado
el sentido correcto del desarrollo y crecimiento del sector primario de nuestro
país, y consecuentemente el de la maquina generadora de los alimentos que
sustentan la vida de millones de habitantes: el suelo. Apostar miles de
tractores y cientos de toneladas de agroquímicos al campo, como una estrategia
para elevar la rentabilidad y competitividad, no constituye la solución más
apropiada en términos de salud ambiental y calidad de vida. Tampoco representa
el baluarte más conveniente ante la Cruzada Mundial contra el Hambre, que hemos
implementado. Más bien, necesitamos una verdadera reingeniería de campo, acorde
a las condiciones orográficas y edafoclimáticas de cada región, que vincule las
fortalezas y debilidades del agricultor o campesino con las innovaciones
tecnológicas más eficaces y eficientes, aunque no necesariamente las de mayor modernidad.
En este tenor no debemos olvidar nunca que, los animales de tracción, esas llamadas
“bestias de trabajo”, prevalecerán con nosotros mientras perdure la
agricultura. En tales circunstancias, se
hace necesario implementar con urgencia programas de rescate y conservación
sobre este valioso recurso animal.
Con mis atentos saludos,
[1] El diccionario de la lengua española © 2005
Espasa-Calpe, define esteva como pieza curva y trasera del arado, sobre la cual
lleva la mano el que ara para dirigir la reja y apretarla contra la tierra.
Lecturas
sugeridas: J.C. Chirgwin, P. de Roover,
J.T. Dijkman, 2000. El
burro como animal de trabajo. Manual de capacitación. FAO. Roma, Italia, 135 pp; FAO, 2000. Los animales de tiro ganan terreno. En: http://www.fao.org/ag/esp/revista/0009sp1.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario