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viernes, 28 de junio de 2013

Raíces Contrafuertes de los Árboles


Cuando usted contempla un árbol, a simple vista observa un tronco y encima de él numerosas ramas y hojas. Pero si usted excava el suelo donde está plantado dicho árbol podrá observar que toda la parte enterrada, es decir, el sistema de raíces, se parece a un árbol invertido o visto de cabeza. Francamente existe una simetría casi perfecta entre la copa de un árbol con sus raíz; se trata de un principio de correlación que establece: “como es abajo es arriba”.

Aspectos morfológicos y estructurales de los contrafuertes. Imagen tomada en la Selva Tropical de Uxpanapa, Veracruz. Obsérvese el tamaño y el anclaje de estas estructuras. El guía (Celso), un experto y oriundo de dicha zona.
Las raíces del  árbol se extienden profunda y ampliamente debajo del suelo. Y aunque esto es lo más común que suele observarse en la mayoría de las especies arbóreas, las excepciones nunca faltan la naturaleza; tal es el caso de los llamados “contrafuertes”

Pero ¿Qué son en realidad estas estructuras y cuál es su función principal en los árboles que las presentan? ¿Por qué no todos los árboles desarrollan contrafuertes?

Los contrafuertes son un tipo muy especializado de raíces que caracterizan a ciertas especies arbóreas que habitan en las selvas tropicales. Se originan a partir de raíces laterales, las cuales gradualmente se van introduciendo al subsuelo y se alejan del eje principal, situación que favorece el anclaje del árbol. Estas estructuras han sido objeto de numerosas especulaciones respecto a su evolución y funcionamiento, pero muy pocos trabajos precisan cómo éstas realizan el soporte mecánico de un árbol. En mis clases de Ecología de Campo encontré que  Mattheck (1991), realizó un análisis sobre la distribución de fuerzas alrededor de la base del eje principal  o tronco de varios árboles. Su modelo se orientó a correlacionar la dimensión o extensión de los contrafuertes y su morfología, así como la edad y las características mecánicas de la madera.

Se observó que el sistema de anclaje de los contrafuertes interacciona, generalmente, con las fuerzas del viento (barlovento y sotavento) tendientes a ejercer una presión que es capaz de inclinar o doblar el eje del árbol. Mattheck (1991), considera que la función fundamental estas estructuras es hacer contrapeso y de esta manera mantener una postura inhiesta o recta del tronco. Pero también actúan simultáneamente como tensores y compresores, para favorecer la verticalidad del árbol. Otra supuesta especulación está relacionada con los cambios morfológicos del árbol, principalmente tamaño y grosor, con la necesidad de formar más madera en los sitios débiles y factibles de posibles daños mecánicos. En otras palabras, es probable que el árbol se prepare para afrontar su edad avanzada, cosa que no hacemos los humanos.

El mismo autor simuló el patrón de desarrollo de los contrafuertes y calculó el esfuerzo que se presenta en la base de un árbol joven, expuesto a las fuerzas del viento. Concluyó que la ausencia de contrafuertes en árboles jóvenes, obedece, en gran parte, a la protección o abrigo que reciben de especies vecinas, así como a la presencia de una profunda raíz principal y numerosas raíces laterales o cavadoras. Por consiguiente, la formación de contrafuertes únicamente inicia hasta que el árbol ha alcanzado el dosel o capa superior de todo el arbolado dominante en el sitio.  Como puede observarse, el joven árbol no tiene premura alguna.

Así pues, se establece una estrecha relación de los contrafuertes ante las condiciones del suelo, resultado más frecuente la presencia de éstos, en los suelos de textura media y cenagosos que en suelos arcillosos y arenosos. La profundidad efectiva del suelo es asimismo determinante, pues los contrafuertes resultan ser muy comunes en los suelos poco profundos y con una capa gruesa de agua.

Su distribución geográfica se relacionada con las zonas bajas de los trópicos, donde el patrón de enraizamiento y los tipos de suelo son diferentes. En zonas altas y templadas, donde se presentan sistemas radicales más profundos, el desarrollo de los contrafuertes no resulta necesario, excepto los majestuosos abetos y álamos que sí llegan a necesitarlos.

Con respecto al tamaño y orientación de los contrafuertes alrededor de la base del eje principal, debe indicarse que la distribución aleatoria de éstos  está determinada desde la ontogenia del individuo, es decir durante la formación de las raíces laterales y cuando el árbol no está sometido a esfuerzos mecánicos significativos. Asimismo, el tamaño en longitud y altura de los contrafuertes varía de manera sistemática, según la fuerza que impongan los vientos, donde es posible un mayor crecimiento tanto en número como en espesor.

Huelga reafirmar que la información aquí considerada es valiosa en todos sus aspectos, tanto desde el punto de vista evolutivo como ecológico. Sin embargo, aún se precisa de numerosas investigaciones anatómicas  y fisiológicas de estas estructuras mecánicas. Lo que hemos visto hasta aquí, no deja dudas de la enorme importancia que los contrafuertes revisten para algunas especies, principalmente aquellas que ven sometidas a la presión de los fuertes vientos. En este sentido, recomiendo que cuando se pretenda reforestar o restaurar sitios degradados se piense cuidadosamente en cuán benéficas resultan ser todas aquellas especies que presentan estas estructuras.

Lecturas sugeridas

Ennos, A. R. 1993. The function and formation of buttresses. Tree 8(10):350-351.
Hallé, F., R. A. A. Oldeman y P. B. Tomlinson. 1978. Tropical Trees and Forests: an architectural analysis. Springer-Verlag Berlin. Germany. 441 p.


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