Ramilla de
encino (Quercus candicans) en donde
se observan algunas bellotas o nueces todavía tiernas. El envés de la hoja muy típico, blanquecino y tomentoso.
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Desde
el punto de vista de la Botánica Forestal, los encinos o Quercus sp., son árboles y arbustos de la familia Fagaceae que se
caracterizan por producir bellotas, un alimento preferido por las ardillas. Esto
nos hace recordar a “Scrat”, la popular mascota de la
20th Century Fox,
distribuidora de la Ice Age (Edad de hielo), una ardilla bellota con dientes de
sable, que siempre está obsesionada por las bellotas. Este muñeco de peluche se
consigue en varios centros comerciales del país y a través del mercado libre de
la Internet.
¿Le resultan familiares estos
árboles y arbustos? ¡Seguramente que sí! Es probable que alguna vez, siendo
usted niño, confeccionara un pequeño balero utilizando la cúpula o el capuchón y
la bellota o nuez del encino; ambos unidos por un pequeño hilo o cordón. A
otros más, que ya son adultos, les tocó jugar los llamados “racos” de trompos.
Recordará que los mejores trompos eran aquellos fabricados con madera de encino.
Difícilmente se rompían o eran raqueados por la férrea púa del trompo enemigo.
¡Una victoria asegurada para el conocedor de maderas! A nuestras madres y
abuelas les tocó lavar la ropa y hasta los trastes en bateas hechas con madera
de encino. La batea es un prototipo del lavadero moderno, sólo que movible; muy
pesada pero de gran duración. También encontramos
ciertos antecedentes en la cultura colonial prevaleciente, donde destacan
diversas cortinas artesanales decoradas con bellotas y pequeños canalillos de
bambúes nativos. Constituyen un trabajo excepcional de los artesanos
involucrados quienes generalmente son mujeres indígenas.
En México empleamos el término
“encino” para referirnos a los árboles que presentan hojas estrechas y cortas, y
llamamos “encino roble” a aquellos con hojas
grandes en longitud y anchura; una clasificación más o menos convencional y
práctica. Pero los lugareños y silvicultores (cultivadores de árboles) que habitan
y viven del bosque, son capaces de diferenciar, a simple vista, dos clases de
encinos: blancos y rojos. Más adelante le comentaré algunas características
excluyentes, sin olvidar decirle que algunos intelectuales de la taxonomía
llegan a incluir también a los llamados “encinos negros”. No obstante éstos están
en controversia y han pasado de un extremo a otro. De todas formas es bueno
saberlo.
La palabra latina Quercus (encino) parece proceder del
griego Kerkaleos, que quiere decir “duro”. Probablemente esto se deba
a que la madera de estos árboles es muy dura, tan dura que difícilmente la penetran
los clavos y la polilla. A este respecto le comento que varias iglesias y
fortalezas de antaño, así como ciertas embarcaciones empleadas durante la
primera y segunda guerra mundial, fueron construidas con esta clase de madera y
algunas todavía permanecen en buenas condiciones. Otros creen que el origen de
la palabra encino es céltica “Käer”-“quez”, que significa “hermoso árbol”. Aunque dentro de este grupo hay
varias especies que no resultan tan atractivas que digamos, si los examinamos desde
un punto de vista fisonómico y estructural. Pero sea cual sea el origen de esta
palabra, estos árboles resultan ser sumamente impresionantes y de gran
importancia ecológica y económica. Lamentablemente este aspecto ha sido poco
valorado y hasta desaprovechado en México.
Distribución.
México y China están considerados
como los principales centros de diversificación de los Quercus, siendo México el país con la mayor representación de este grupo.
¡Qué afortunados por poseer este honroso patrimonio natural! Y aunque el número
de especies varía según el criterio de las diferentes autoridades taxonómicas,
la estimación más conservadora sugiere que nuestro país alberga alrededor de
150 especies, localizándose la mayor diversidad hacia el centro y sur. ¡Indiscutiblemente una riqueza
que ningún otro país ostenta!
Un detalle que produce cierto
orgullo está en nuestro emblema nacional mexicano, precisamente donde posa la
imagen del águila devorando a una serpiente de cascabel. ¡Tome por favor una
moneda y vea hacia su lado inferior izquierdo! Verá que está decorado por una
rama con cuatro hojas lobuladas y tres pares de bellotas. ¿La pudo observar? La
especie no la puedo precisar, pero muy probablemente, por la morfología de sus
hojas, se trata de Quercus sanchez-colinii,
especie descrita por el profesor Maximino Martínez, en 1953, en honor al Ing. Salvador
Sánchez Colín, gobernador del Estado de México. Aunque algunos autores
consideran que la especie más bien corresponde a Quercus robur, de procedencia europea, ya que en México
no existen plantaciones de ésta.
Otro rasgo importante lo
encontramos en la ciudad de Nogales, Sonora, cuyo escudo está bien representado
por Quercus emoryi, también llamado
“bellota prieta”, un árbol que abunda en esos territorios. En esta zona árida y
semiárida del país es muy común hallar en los mercados regionales esta bellota
o nuez del encino, la cual se emplea para elaborar harina o sencillamente se
consume tostada y hasta hervida. Algunas
personas la consumen en fresco y recién cortada. ¡Un excelente y tradicional
alimento mexicano! De acuerdo con varios historiadores cosmogónicos, los hombres gigantes que
habitaron nuestro país, comían bellotas y hasta arrancaban árboles con sus
manos.
Los encinos mexicanos son de amplia
distribución, con algunas especies de distribución restringida y hasta
disyunta. Quizás usted está pensado que los encinos son exclusivos del clima
templado-frío, no obstante, hay especies que predominan en condiciones
tropicales, áridas y semiáridas. Este gran grupo constituye, junto con el género
Pinus sp., uno de los elementos más
característicos de la vegetación forestal de los sistemas montañosos y
escarpados del país. En todo este gradiente climático podemos localizar
importantes bosques de encinares puros, dominados generalmente por una o más
especies; aunque en algunas regiones ya sólo quedan pequeños parches o relictos
de estos bosques. También los podemos hallar cohabitando con los pinos,
formando así los de pino-encino. De igual forma, el bosque mesófilo de montaña o
bosque de niebla y en algunas variantes del matorral xerófilo alberga
importantes especies de Quercus. Y es
posible hallarlos dentro del bosque tropical perennifolio, bosque tropical
caducifolio, bosque tropical subcaducifolio, matorral subtropical, vegetación
sabanoide, pastizal y palmar. En muy raras circunstancias podemos encontrar
algunos individuos asociados al ecosistema de manglares.
Existen encinos en todas las
entidades federativas con excepción de Yucatán. Los hallamos desde el nivel del
mar, en donde Quercus oleoides
resulta ser la especie más dominante, hasta más allá de los 3,500 msnm, donde Quercus laurina, Quercus rugosa y Quercus crassifolia
se observan con mayor frecuencia. ¡Una riqueza y diversidad forestal moldeada a
lo largo y ancho del territorio!
Por otra parte, cuando vamos al campo
y contemplamos estas masas arboladas de encinos o diversas asociaciones de éstos,
nos preguntamos ¿cuántos años tendrá éste o aquel árbol? La respuesta resulta ser
asombrosa, ya que los encinos (Quercus
sp.) son árboles cuya longevidad se puede estimar hasta en siglos. Se calcula
que el término medio de vida para estos árboles oscila entre los 150 y 200
años, aunque hay reportes de ejemplares históricos que sobrepasan los 1,500
años (Trelease,1924). Habría que estudiar más minuciosamente aquellas especies
de habito rizomatoso y correlacionar su edad. Algunas personas, entre las que
figuran nuestros padres y abuelos, han llevado una vida que fácilmente se asemeja
a la de un encino; muy longeva y de buena madera, como dijeran las voces de
vuestro terruño.
Usos
e importancia.
¿Ha pensado usted para qué sirven
estos árboles tan longevos y de madura tan dura? ¡Seguramente que sí! ¿Qué le
parece si hacemos un breve repaso y vemos el grado de pertinencia de los Quercus en su localidad?
La principal importancia que se ha podido
constatar sobre los encinos en nuestro país, es como fuente de carbón vegetal y
madera para la industria y como leña, ya que su poder calorífico en muy alto y con lenta combustibilidad.
¡Excelentes brazas para azar la carne y hornear el pan! No obstante su uso
incluye cualquier cosa que pudiera imaginarse y fabricarse con madera, lo cual
va desde muebles, artesanías y construcciones diversas. También debe subrayarse
su preponderante papel ecológico, pues los bosques de encino son los mejores biomejoradores
edáficos, ya que propician el desarrollo y el rejuvenecimiento del suelo, permitiendo
un control natural y eficiente de la erosión. Para las plantas de ornato o
urbanas, incluyendo hortalizas, la tierra procedente de los encinares resulta ser
el mejor medio para su desarrollo y crecimiento. Desafortunadamente no contamos
con suficientes proyectos para el aprovechamiento y la comercialización de
tierra de monte procedente “de encinares”, autorizados por la Secretaría de
Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), pero este sería un negocio rentable
y también sustentable.
Los encinos también evitan las tolvaneras,
el abatimiento de los mantos acuíferos, la desecación y el azolve de presas,
entre otros aspectos de índole ecológica. Y por si esto fuera poco, constituyen
un alto potencial de atractivo paisaje escénico, en donde numerosas epifitas
como las orquídeas, bromelias, peperomias y cactus, conforman importantes
nichos ecológicos de la complicada cadena trófica. Un solo árbol constituye un
complicado conjunto de diversos ecosistemas en acción. Son asimismo el hábitat
de numerosos animales como venados, tigrillos, guajolote silvestre, víboras,
entre otros.
Los usos que se le debe dar a los
encinos dependerán principalmente del objetivo, así como de las características
anatómicas y estructurales de su madera, las cuales difieren a nivel de especie
y hasta de subgénero. Así, por ejemplo, la madera de los encinos blancos (subgénero
Lepidobalanus) se considera más
resistente a la putrefacción que la de los encinos rojos, y se emplea en la
fabricación de barricas para el añejamiento en la industria vinícola. En México
se ha empleado este tipo de barriles para almacenar y fermentar el pulque, la
bebida de nuestros dioses aztecas. También se fabrican armazones para
construcciones diversas, cajas para empaques y embalajes, durmientes para vías
de ferrocarril y del metro, postes para cercas, pilotes para minas, jaulas para
animales y para obtener celulosa en la industria papelera. En contraste, la
madera de los encinos rojos (Subgénero Erytrobalanus)
se prefiere para pisos, lambrines, chapa, muebles, cabos, mangos de
herramientas, utensilios agrícolas y domésticos, culatas, hormas para calzado,
partes de instrumentos musicales (pianos, guitarras), juguetes y artesanías.
¡Sin duda, un recurso multiusos y considerado como un acero vegetal!
Por otra parte, la corteza y las
agallas que presentan algunas especies en sus hojas, donde se alojan
huevecillos y larvas de ciertos insectos de la familia Cynipidae, contienen alrededor
de 60 a
70 % de taninos los cuales tienen un uso industrial (curtiduría de pieles)
antiquísimo y medicinal. La medicina tradicional recomienda hacer gárgaras con
cocción de cortezas de encino, para corregir los dientes destemplados. Según
los curanderos de diversas etnias, esto amarra la dentadura. También se usa esta
cocción para curar las llagas bucales y combatir la caída del cabello
(alopecia).
La obtención del corcho es otra practica
antiquísima de la industria europea, muy extendida en el Mediterráneo, el cual
se extrae del llamado alcornoque (Quercus
suber), un árbol maravilloso por la facilidad de regeneración y manejo de
su corteza. Sin olvidar que los tapones de corcho con los que todavía se sellan
las botellas de los finos vinos de mesa, exigen el apoyo del casi extinto
destapa corcho.
Con las bellotas (botánicamente es
más correcto decir “nueces”), se puede alimentar a diversos animales, tales
como cerdos, venados, conejos, vacas, etcétera. Y ya que estamos hablando de
alimento con bellotas, que tan ricas son en almidones, permítame recordarle que
uno de los mejores jamones que se consume en el mundo, es el jamón Ibérico, el
cual se obtiene a base de alimentar a los puercos o marranos con bellotas de
encinos y alcornoques, así como de hierbas de las dehesas en donde los animales
campean con toda libertad. ¡Un jamón casi vegetariano! ¿No cree usted? La
Península Ibérica situada en el continente europeo, ha estado poblada durante
milenios por el bosque mediterráneo, compuesto fundamentalmente por encinas (Quercus ilex), alcornoques (Quercus suber), quejigos (Quercus lusitanica), retamas y madroños,
por lo que muy probablemente el ciclo productivo de los cerdos incluiría un
período de engorde con bellotas desde tiempos inmemoriales.
En México, varias ciudades conservan
huella de la cultura española, y es posible adquirir el rico jamón Ibérico y diversos
embutidos. Cuando visite, por ejemplo, la montaña Cofre de Perote, situada en
el estado de Veracruz, no se olvide de saborear una rica torta de jamón serrano,
acompañada de una taza de chocolate a la española. Esto en la ciudad obligada
para el acceso a dicha montaña, Perote, Veracruz. Lamentablemente en México no
contamos con proyectos innovadores y de gran impacto respecto al uso de
bellotas como alimento, sea humano o animal. Lo más que se está logrando es
establecer Unidades Productoras de Germoplasma Forestal (UPGF), con fines de
producción y comercialización de semillas para la producción de planta forestal
que se destina los diversos programas de reforestación.
Y el hombre, en su papel de
omnívoro, llega a consumir algunas bellotas de sabor agradable, como las de Quercus emoryi que son muy comunes en ciertos
mercados de la región Norte de Sonora y Chihuahua, México, donde las comen cocidas
o crudas, siendo su sabor amiláceo, dulzón, ligeramente amargo, las cuales
contienen almidón, grasa, azúcar y sustancias astringentes. En el continente europeo,
principalmente en la Península Ibérica, se emplean bellotas desde hace muchos
años como alimento humano. Se elabora harina y diversos subproductos entre los
que figura el café de bellota. Han sido consideradas como el “Alimento de la
Edad de Oro”. En diversas entidades federativas de nuestro país, durante
la época más seca del año, cuando se presenta el estiaje, es decir, que escasea
el agua y el forraje, los campesinos recolectan follaje tierno de algunas especies
de encinos, tales como Quercus resinosa
y Quercus potosina para alimentar a
sus chivos y vacas. Hasta donde se conoce, esta improvisada dieta no demerita
la calidad de la carne ni de la leche. ¡Una alternativa que hay que seguir
promoviendo!
Conclusiones.
A pesar de la gran cantidad de
beneficios que brevemente hemos repasado en esta intromisión, la acelerada
agresión contra la vegetación debida a la tala inmoderada, a los incendios
periódicos, a la apertura de nuevas áreas agropecuarias, ha estado reduciendo y
hasta extinguiendo el hábitat de las especies de este género y de las
comunidades vegetales donde estas viven. Basta con sólo observar lo que está
ocurriendo en este preciso instante con la vegetación del alrededor donde usted
vive. ¡Qué lamentable seguir dejando que los actuales modelos desarrollo
socioeconómico sigan despilfarrando a diestra y siniestra el “patrimonio
natural del México”!
Esta situación es preocupante y habría que tratar de cambiar el rumbo
que se está dando a los recursos forestales en definitiva. Aunque México cuenta
con la mayor diversidad de especies de encinos, poco se conoce sobre su
ecología, su reproducción en vivero, establecimiento y adaptación en campo,
cosecha e industrialización de la madera, entre otros aspectos. En materia de
mejoramiento genético de los encinos estamos en las penumbras; ni tan siquiera
estamos recapacitando en ello. Adentrados en este siglo XXI, cuando tanto se aclama
por la sustentabilidad y sostenibilidad del medio ambiente, se precisa desaprender
y reaprender conspicuas medidas de conservación y restauración que nos permitan
perpetuar este valioso recurso forestal.
En este contexto, organismos como la Comisión Nacional
Forestal (CONAFOR) y diversas ONG, han venido promoviendo el uso de los Quercus sp. en sus programas de
reforestación nacional, estatal y local. Pero a pesar de este loable esfuerzo,
resulta paradójico observar que en varias comunidades, los propietarios del
bosque y algunos técnicos forestales, tratan de eliminar a los encinos de sus predios.
Esta desestimación se debe a que los encinos crecen en lugares donde, en teoría
clásica, debería haber pinos u otras maderas más comerciales. ¡Sí, leyó usted
bien! ¡Que produzcan mayores ingresos económicos! Pero más bien esto obedece a una
gran deficiencia en la demanda comercial rentable y a la carencia de una eficiente
infraestructura silvícola de vanguardia como son ya los aserraderos fijos o
portátiles, con sierras ahorradoras de madera (menor desperdicio de aserrín) y
hasta con sistemas laser. También se requiere de estufas secadoras funcionales de
mayor capacidad, así como nuevas innovaciones para el tratamiento, la conservación
y construcción con madera de encino. Todo ello plantea enormes retos y posibilidades
para la investigación y transferencia de una tecnología vinculada con la transdiciplinariedad
del subsector forestal.
Mi recomendación es: ¡Cambiemos el rumbo y seamos como
esa ardilla, siempre preocupados por conservar la bellota! ¡No permitamos que
esta era de cambio climático liquide por completo a los encinos (Quercus sp.) mexicanos!
Lecturas sugeridas:
Martínez,
M. 1953. Los encinos de México III. An.
Inst. Biol. Univ. Nac. Autón. Méx. 24 (2): 237-271; Nixon, K. C. 1993a. The genus Quercus in Mexico. En: Ramamoorthy,
T. P., R. Bye, A. Lot, and J. Fay (eds.) Biological diversity of Mexico:
origins and distribution. Oxford University Press. New
York. pp. 447-458;Trelease, W. 1924. The american oaks. Mem. Nat. Acad. Sci. 20: 1-255; Zavala Ch., F. 1990.
Los encinos mexicanos: un recurso desaprovechado. Ciencia y Desarrollo XVI
(95): 43-51.
[1]El artículo original fue publicado en la Revista Agroentorno, órgano de
difusión de la Fundación Produce Veracruz, y puede descargarse de:
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